America Latina (mayo 1999)
BOLIVIA - La comunidad de los menonitas en Bolivia

DE ESPALDAS AL MUNDO

Hablan otra lengua. Rechazan la modernidad. Viven separados del resto del país, cerrados en sus colonias. Son tan habilísimos agricultores que han vuelto productivas los campos de los alrededores de Santa Cruz de la Sierra. Son los menonitas, una secta cristiana anabaptista nacida en Europa en los comienzos del siglo XVI.

San José de Chiquitos. Salen en grupo, las mujeres en el centro, los hombres al lado. Aun sin querer ser curiosos, es imposible no notarlos. Cabellos rubios y piel blanca no son comunes por estas partes. "Son menonitas", nos dice la señora que sirve el desayuno.
Dejamos el comedor por la adyacente y luminosa plaza. Las máquinas son poquísimas y se limitan a algunos furgones de trabajo. La iglesia de San José es una bellísima ex misión jesuita; desde el punto de vista arquitectónico, se diferencia de las otras misiones de los Chiquitos porque no es de madera sino de piedra.
En los portales que circundan parte de la plaza, pasean, inconfundibles, otros menonitas. Cualquiera que sea su edad, los hombres visten todos de manera idéntica: overoles azules. Los adultos portan un sombrero de paja de ala ancha y los más jóvenes una gorra. Las mujeres parecen pertenecer a otra época. Llevan faldas largas hasta abajo de la rodilla y medias gruesas. En la cabeza llevan una pañoleta blanca y encima un sombrero de paja con un listón azul.
Algunos de ellos se sientan en las gradas que están frente al bazar. Parecen estar esperando su regreso a la colonia a la que pertenecen. A pocos metros de distancia hay dos carrozas tiradas por caballos. Los únicos vehículos motorizados que utilizan son los que sirven para el trabajo (casi siempre tractores), y éstos, de todas maneras, pertenecen siempre a la comunidad, nunca a un individuo.
Como los amish de Pensilvania y los hutterianos de Dakota del Sur, los menonitas dan gran importancia a una vida sencilla centrada en el trabajo y la familia, a la vez que huyen de todos los símbolos exteriores del mundo moderno.
Logramos intercambiar algunas palabras con el joven Cornelius, que habla un español muy singular y con un fuerte acento. "Venimos a San José dos veces a la semana, en pequeños grupos. Vendemos nuestros productos, sobre todo leche y queso. Algunos aprovechan para ir al médico y compramos lo que nos hace falta".
Decir que las comunidades menonitas de Bolivia viven de modo austero es un eufemismo. No tienen electricidad ni teléfono, ni medios de transporte personales. Los caseríos (llamados campos) son prácticamente autosuficientes: los menonitas se construyen casi todo.
"La comunidad es muy cerrada" nos confirma sor Stefanina Giaco-ma, religiosa italiana que dirige desde hace 12 años la escuela primaria Santa Clara del lugar, que a-coge a unos 450 alumnos. "Sus niños (que son muchos) no asisten a las escuelas bolivianas, sólo a las de sus colonias. Las clases se imparten en el dialecto alemán que hablan y se transmiten desde hace siglos. La Biblia es el libro fundamental y, a menudo, el único".
Sus ancestros provenían de Frisia, región de los Países Bajos. Eran seguidores de Menno Simons, un sacerdote que había dejado el catolicismo después de haber sido atraído por el movimiento anabaptista, una secta radical protestante que desde Suiza se difundió a las regiones alemanas en tiempos de Martín Lutero.
La historia de los menonitas está llena de persecuciones y de migraciones, siempre en busca de tierras vírgenes y gobiernos tolerantes. Habiendo abandonado Suiza y más tarde Holanda (eran los tiempos de la Inquisición), el grupo religioso se estableció en Prusia. Entre 1789 y 1820, muchos emigraron a la Rusia de Catalina II debido al creciente militarismo del Estado prusiano. Éste había abolido algunos privilegios de los que habían gozado hasta entonces, sobre todo la exención del servicio militar. Los menonitas fueron invitados oficialmente por el gobierno de Catalina II, según un método que posteriormente habría estado en la base de todas sus migraciones.
Pero entre 1874 y 1880 la administración rusa cambió de actitud imponiendo restricciones cada vez más pesadas, tanto que cerca de 20 mil de ellos decidieron emigrar a los Estados Unidos y Canadá. Una segunda ola de emigrantes hacia Norteamérica, pero también hacia Argentina y sobre todo a Paraguay (región del Gran Chaco) tuvo lugar entre 1923 y 1930, después de la Revolución Bolchevique. En 1922 varios miles dejaron Canadá y se dirigieron a México septentrional y al Paraguay.
Los primeros menonitas llegaron a Bolivia en 1957, invitados por el entonces presidente Víctor Paz Estensoro, quien deseaba poblar las desoladas llanuras orientales con gente capaz de hacerlas producir; objetivo que se cumplió cabalmente: actualmente, en sus grandes haciendas se cultivan con éxito so-ya, maíz, trigo, y se crían animales.
El Comité Central Menonita estima que en Bolivia los seguidores de Menno Simons son entre 33 y 35 mil, divididos en unas cuarenta colonias (Riva Palacios, Swift Cur-rent, Santa Rita, etc.).
Los menonitas de Bolivia son considerados como los más conservadores. No se mezclan con los bolivianos; rechazan los matrimonios mixtos y no participan en la vida política "para no contaminarse con las cosas del mundo".
San José de Chiquitos se halla a 300 kilómetros de Santa Cruz de la Sierra, capital de la región.
Nos encontramos un viejo tractor que avanza lentísimo por la carretera. Es conducido por dos hombres con sombrero de paja y overol azul. En el remolque van sentados mujeres y niños, que nos miran de reojo, sin ninguna aparente curiosidad.
Entre una sorpresa y otra, con un polvo que no da tregua, nos vienen a la cabeza algunas preguntas: ¿lograrán estas colonias de menonitas mantenerse separadas del resto del mundo?, ¿podrán defender su opción existencial de la invasión de estilos de vida difundidos a nivel planetario?
Paolo Moiola


Los menonitas: ficha anagráfica

Nacimiento: la primera comunidad menonita nació alrededor de 1520 en Suiza, por obra de Conrad Grebel, discípulo de Zwinglio.
Fundadores: Conrad Grebel (1498-1526) y Menno Simons (1496-1561), sacerdote holandés del que los menonitas tomaron el nombre.
Lengua: el "plattdeutsch", idioma derivado del alemán de los avi.
Población: cerca de medio millón.
Fundamentos religiosos: se hallan en el grupo cristiano de los "anabaptistas pacíficos", rechazan el bautismo de los niños, el juramento y el uso de las armas; confiesan la Trinidad cristiana, practican el bautismo sólo de los adultos y la comunión bajo las dos especies (pan y vino).
Organización social: insisten en el carácter comunitario de la vida cristiana y se mantienen separados de la sociedad que los rodea, de la cual rechazan funciones y cargos; cada mujer casada trae al mundo un promedio de 10 hijos.
Organización económica: de tipo cerrado, autárquico. Los menonitas siempre han sido famosos como artesanos y óptimos agricultores.
Divisiones internas: las distintas ideas respecto al "resto del mundo" y a la "modernidad" han producido divisiones internas: los grupos más conservadores son conocidos con el nombre de "Vieja orden de los menonitas". La división más conocida es la de los amish de Pensilvania (Estados Unidos), que tuvo lugar en 1693.
Distribución geográfica: en Europa han quedado pocas comunidades (en Suiza, Holanda, Alemania y Rusia). Las comunidades más consistentes son las de Canadá y Estados Unidos. De estos países, en épocas diversas muchas familias han emigrado a México, Paraguay (Región del Gran Chaco) y, por último, (en 1957) a Bolivia. En este último país hay cerca de 35 mil, distribuidos en 40 colonias.
Una curiosidad: en la comunidad Amish de Pensilvania ha sido ambientada la película de Peter Weir "Witness-El Testigo" (1985), con Harrison Ford y Kelly McGillis.


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