Interviste (settembre 2003)
VENEZUELA 2003
Entrevista con Ernesto Villegas Poljak
“Soy periodista, no propagandista”
Ernesto Villegas Poljak es un destacado periodista de Venezolana de Televisión, el canal estatal. Insultado por la oposición y criticado por sectores oficialistas que consideran que un periodista debe ser un propagandista, Villegas Poljak admite no haber podido escapar a la polarización que vive el país, aunque trata de mantener en su trabajo una posición equilibrada y reflexiva.
Paolo Moiola, corresponsal de NOTICIAS ALIADAS, conversó con Villegas Poljak sobre la situación política de Venezuela y la labor del periodista.
Ser periodista en Venezuela tiene actualmente connotaciones particularmente graves. ¿Cuál es su experiencia como tal?
Ser periodista es algo muy difícil hoy. La conversión de los medios de comunicación en “partidos políticos” terminó por colocar en un segundo plano las consideraciones profesionales en la dinámica informativa, para sustituirlas por otras de carácter eminentemente político. Salvo excepciones, hoy la prensa, la radio y la TV funcionan como “medios partidarios”, aunque conservan el mismo discurso tradicional de la independencia, el equilibrio y la objetividad, como decimos aquí, “de la boca para afuera”.
Eso ha desvirtuado la función del periodista dentro del medio y en la sociedad. Yo comparo nuestra situación —la de los periodistas venezolanos— con la de un bombero a quien de pronto sus comandantes le dicen que ya no debe apagar todos los incendios, pues más bien a algunos hay que echarles gasolina para que se aviven, y que ya no debe atender a todos los heridos, sino que a algunos debe dejarlos morir. La contrariedad es muy grande para el periodista o bombero profesional, salvo para aquel que esté fanaticamente identificado con la línea política de sus jefes.
En lo particular, dejé de escribir en los periódicos venezolanos, pues observo que la concepción de la noticia y los criterios de selección, jerarquización, despliegue y titulación de informaciones que en ellos impera no son los normalmente aceptados, sino que están demasiado influidos por la actual polarización política (NA, Jul. 1, 2002). En esas condiciones, he perdido el entusiasmo por escribir e, incluso, por el ejercicio del periodismo en general. En el programa que conduzco de lunes a viernes por Venezolana de Televisión, canal del Estado venezolano, trato de mantener una posición equilibrada y reflexiva, con la mayor pluralidad posible de invitados y temas, pero tampoco escapo a la polarización.
¿Quiere decir que ha perdido objetividad?
Yo mismo reconozco que he ido abandonando mi tradicional equilibrio, y eso me preocupa desde el punto de vista profesional, aunque como ciudadano me he sentido mucho mejor. La dirigencia de la oposición, dominada por factores internacionales, grupos económicos y dueños de medios de comunicación, han adoptado unas políticas arbitrarias, totalitarias, violentas y tan explícitamente contrarias no sólo a Chávez sino al pueblo y la soberanía venezolanas, que difícilmente uno puede permanecer impávido ante ellas. De todas maneras, reflexiono todos los días sobre mi papel como periodista y procuro que, por encima de las diferencias, se preserve el respeto entre los venezolanos, cosa que no observo en los colegas con responsabilidades parecidas a las mías. Los conductores de los programas de radio y TV, salvo excepciones, se han convertido en agitadores políticos y no falta quien abiertamente se comporte como un bufón.
¿Cómo es su relación con el oficialismo?
No ha sido fácil mi trabajo frente a sectores radicales del chavismo, que no entienden por qué hago preguntas o comentarios distintos o contrarios al discurso oficial del gobierno. Sé que en algunas esferas del gobierno y de los partidos que lo respaldan tengo muchos detractores, que desearían ver en mi lugar a un propagandista, en lugar de un periodista, y que se mantienen al acecho, esperando mi salida del programa.
Muchas veces he pensado que, de profundizarse la polarización, y acabarse definitivamente el espacio para el periodismo, terminaré sin trabajo en cualquiera de los dos bandos, ni en los medios del Estado ni en los privados, como un “traidor de todos”. De hecho, ya he iniciado trámites para estudiar otra carrera, la de abogado, previendo mi eventual divorcio del oficio que he practicado durante 12 años.
¿Su visión de la situación política venezolana, es más pesimista o más optimista?
Las dos cosas a la vez. Pesimista porque sé que las heridas que ha sufrido el país son muy profundas, tanto en lo económico como en lo anímico, y será muy difícil reconciliar a seres humanos que comparten un mismo territorio al menos en torno a unas reglas básicas de convivencia. Puede prolongarse una especie de conflicto de baja o mediana intensidad con un costo económico, social y afectivo muy grande.
También soy optimista porque, a pesar de ello, existe y seguirá habiendo un alto grado de politización del pueblo, producto de una toma de conciencia inédita en torno al origen de las desigualdades sociales y otros problemas estructurales de la sociedad venezolana. Venezuela aportará mucho en las batallas que los pueblos del continente habrán de dar en estos años en favor de sus reivindicaciones históricas y por la construcción de un mundo más justo.
Paolo Moiola
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