Interviste (abril 9, 1998)

"Hay mucho que recorrer"

Fascinante por su carisma, su capacidad dialéctica y su imponente bagaje cultural, el ex presidente Jean-Bertrand Aristide deja una duda: ¿trabaja para el pueblo haitiano o para volver al mando? Paolo Moiola y Marco Bello, corresponsales de NOTICIAS ALIADAS, entrevistaron a Aristide en Port-au-Prince.

Ud. ha sido sacerdote y presidente. ¿A qué se dedica hoy?
Hoy como ayer, sigo siendo un servidor de mi pueblo. Hoy trabajo con 400 niños de mi asociación. Me dedico también a adultos que quieren participar en el proceso de democratización. Mi casa debe servir a todos lo que quieren venir a dialogar.

En Haití sigue habiendo sectores civiles hostiles a la democracia. ¿Considera Ud. que el camino democrático es un hecho definitivamente logrado?
Creo que el proceso democrático haitiano es a la vez irreversible y frágil. La irreversibilidad está en la mente misma del pueblo haitiano. No hay la posibilidad, para mí, de que el pueblo pueda decir sí al pasado, a la dictadura.
Al mismo tiempo, las instituciones son frágiles y la economía está mal. Toma tiempo hacer crecer la cultura política y la tolerancia democrática. Hemos comenzado la democracia hace apenas unos años; tenemos todavía mucho camino que recorrer.

¿Qué piensa del presidente René Préval?
Pienso que hace su trabajo y que lleva adelante el diálogo entre todos los sectores de la población.

¿Es verdad que para poder volver a Haití Ud. debió firmar obligaciones con EEUU sobre privatizaciones y opciones de política económica?
Absolutamente falso. No firmé nada con los estadunidenses. Ni sobre privatización, ni sobre neoliberalismo. Son sólo maniobras para minar mi credibilidad política y justificar algunas opciones económicas.

Neoliberalismo o control público de la economía: ¿qué piensa Ud.?
Vemos que un pequeño porcentaje de los habitantes de la Tierra detentan una porción desproporcionada de la riqueza mundial. Los pobres se hacen cada vez más pobres y los ricos más ricos. La economía liberal no tiene en cuenta al hombre. Necesitamos una economía que ponga al hombre en el centro de los programas, que permita su participación.
El mercado debe ser libre, pero también debe ser justo. Donde el mercado es justo se puede escuchar la voz de todos los ciudadanos. No sólo de aquellos que tienen una cuenta bancaria.

¿Por dónde comenzar para restablecer la desastrosa economía haitiana?
Haití fue la colonia más rica de Francia. Aún hoy es un país rico. En nuestra cultura hay una gran riqueza humana: la capacidad de acoger a los otros. La persona humana es nuestro mejor capital. Si gestionamos positivamente esta riqueza humana, hay futuro para Haití.

Muchos sostienen hoy que sus acciones tienen por finalidad la campaña presidencial del 2000...
En un sistema democrático cada quien tiene el derecho de expresarse, con respeto al derecho de la persona. Todos deben comprender que de mi parte hay la clara voluntad de favorecer un espíritu de tolerancia democrática.

¿Cree que el pueblo de Haití lo apoyará en su nueva candidatura?
Permítanme decir esto. Aunque el analfabetismo llega al 85%, los haitianos son muy inteligentes. Saben cuándo una persona miente. Yo busco hablar el lenguaje de la verdad, con humildad y sin demagogia. Mañana será el pueblo quien decida.

Al observar el altísimo porcentaje de abstención en las últimas elecciones (presidenciales en 1995, administrativas en 1997), se pregunta uno si los haitianos no se han cansado ya de la democracia...
En 1990 los haitianos votaron en masa. No votaron por la desocupación, sino por el pan, el trabajo, la justicia. Las abstenciones en las últimas elecciones son consecuencia de las desilusiones. Si hablamos de democracia, hablamos del pueblo. Hay que escucharlo, interpelarlo para construir juntos un estado de derecho.

¿Cómo cambió la isla con su presidencia?
En Haití siempre habíamos tenido un estado depredador. En 1991 y en 1994 habíamos empezado a trabajar para crear un estado de derecho. Hoy no tenemos ejército. Su mantenimiento absorbía el 40% del presupuesto nacional. Al mismo tiempo, hemos creado una fuerza de policía que tiene la tarea de hacer respetar la ley, salvaguardando los derechos de todos.

En 1990, Ud. vence gracias al extraordinario apoyo del movimiento Lavalas. De él nace la Organización Política Lavalas (OPL), el más grande e importante partido del país. Inesperadamente, en 1996 Ud. funda su partido político, Fanmi Lavalas, que hoy se encuentra casi siempre en oposición a la OPL. ¿Por qué se da esto?
Porque unidad no significa uniformidad. Es importante cultivar la unidad en la diversidad. En la medida en que los miembros de Lavalas practiquen el respeto de las opiniones ajenas, podremos practicar esta democracia en los diversos sectores de nuestra familia, de modo de reforzar el espíritu de la tolerancia.
En 1990 Lavalas fue la convergencia de diversas organizaciones populares, partidos políticos, grupos, para conseguir democracia, paz, justicia, libertad de la miseria y la pobreza. Si hacemos una comparación con la familia Lavalas de hoy [en creole, fanmi significa familia] veremos que la situación no ha cambiado del todo.

¿Cuál es la idea del Estado en Fanmi Lavalas?
El Estado debe ser democratizado. El proyecto "democratizar la democracia" pasa por la creación de estructuras de participación popular. Es necesario privilegiar las inversiones teniendo en cuenta la realidad local, sin esperar todo del extranjero. En nuestra Constitución está escrito que la educación debe ser gratuita y para todos. Sin embargo, el 85% de la población es analfabeta. Un estado responsable debe dinamizar la producción nacional, comenzando con una reforma agraria que distribuya las tierras públicas, y proporcionando los medios para la siembra e irrigación.


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